
Con este post voy a salirme un poco de lo cotidiano y, en lugar de compartir una reseña, hoy me gustaría hacer una reflexión sobre la novela policiaca, en general.
Y es que mi experiencia en este género es aún escasa, y sin embargo ya empiezo a sentir que leo siempre lo mismo, que no hay apenas diferencias entre unas y otras.
Por eso, me pregunto: ¿por qué merece la pena seguir leyendo novelas policiacas?
Veámoslo.
Sinopsis de una novela policiaca cualquiera
Es muy sencillo:
- Alguien es asesinado.
- Un policía o detective investiga el caso.
- Cuando cree estar a punto de resolverlo, un giro de guión le devuelve a la casilla de salida.
- Una nueva brecha en el caso pone al policía en la pista del asesino.
- Se captura al asesino.
- Fin.
Estos seis puntos resumen, grosso modo, el argumento de todas las novelas policiacas que te puedas encontrar, quizá con pequeñas variaciones, pero no te creas que tantas.
Y el género policiaco tiene ya sus años.
Algunos de los autores que contribuyeron a sentar las bases del género son de la primera mitad del siglo XX, y otros son del siglo XIX, nada menos.
Pero luego encontramos autores modernos y consolidados, como Søren Sveistrup o Eva García Sáenz de Urturi, por citar algunos, que sencillamente calcan esta fórmula en sus propias novelas.
Y sin embargo, siguen funcionando.
La novela policiaca es como AC&DC, que compone la misma canción cientos de veces pero aun así nunca te cansas de escucharlos.
Por tanto, ¿qué es lo que tiene la novela policiaca que es capaz de seducir a nuevos lectores sin necesidad de ser especialmente original en su planteamiento?
Razones por las que no nos cansamos de leer novela policiaca
La implicación del lector en la resolución del caso
Para empezar, en la novela policiaca se da una circunstancia que tal vez no se de en otras novelas, que no es más que la implicación del lector en la trama.
No nos confundamos: cualquier novela de cualquier género ha de atrapar al lector de una forma u otra, generar su interés, emocionarle, hacer que se preocupe por los personajes…
Pero las novelas policiacas tienen un as extra en la manga: jugar a los detectives.
El lector no se limita a asumir un rol pasivo de consumición de la historia, por así decirlo, sino que, si lo desea, comienza a hacer sus propias cábalas durante la lectura acerca de quién puede ser el asesino.
Analiza las pistas que le ha dado el escritor, saca conclusiones y, cuando un giro de guión echa por tierra sus teorías, el impacto es doble: por la sorpresa inherente a la trama y por la constatación de que sus teorías era erróneas.
Además, la identificación con el protagonista en estos momentos es muy fuerte, pues el lector sabe perfectamente que ambos están sintiendo lo mismo.
La fascinación que ejerce el mal
En la sensacional serie Los Soprano, hay un episodio donde la doctora Melfi habla con su psicólogo sobre las películas de terror.
En concreto, el psicólogo le pregunta por qué nos gustan las pelis de terror, y la doctora Melfi responde algo así como que nos permiten experimentar el subidón de momentos aterradores sin sufrir las consecuencias.
Bueno, pues ocurre exactamente lo mismo con las novelas policiacas.
Cuando hablo de la fascinación que ejerce el mal, me refiero a dos cosas: vivir «emociones fuertes» y sumergirse en la maldad humana.
Por un lado, es emocionante encontrarse en la escena de un crimen, o frente a frente con un asesino, o en una persecución policial…
Son escenarios donde jamás nos gustaría estar en la vida real, obviamente, pero al leerlos en una novela nos lo pasamos pipa.
Por otro lado, la novela negra en general nos permite aproximarnos al mal desde fuera, intentar entender sus causas, entender por qué hay gente que comete atrocidades, cómo las justifica…
Tener la oportunidad de explorar todo esto es una de las grandezas de la ficción.
¿Se puede ser original en las novelas policiacas?
Por supuesto que sí.
A pesar de tener que respetar una serie de convenciones más o menos invariables, la originalidad puede conseguirse de diferentes formas.
Personajes
Una de las más evidentes es a través de los personajes.
Es decir, construir personajes carismáticos, diferentes, con una personalidad única.
De hecho, ese es uno de los mayores defectos, quizá el mayor, que le veo a las novelas policiacas: que es fácil encontrarse personajes poco interesantes.
Al fin y al cabo, cuando el foco se pone en la investigación del caso y el lector está intentando resolverlo por sí mismo, se podría decir que el carisma del protagonista pasa a ser lo de menos.
Pero no tiene por qué ser así.
No debería ser así.
Cuanto más interesante sea un personaje, más interesante será la historia, aunque esta carezca por completo de originalidad.
Me vienen a la mente los ejemplos de Jon Gutiérrez y Antonia Scott, protagonistas de las novelas Reina Roja y Loba Negra, pero también Kurt Wallander, protagonista de la novela Asesinos sin rostro.
En estas novelas, los personajes se comen la obra y hacen que la lectura fluya rápida y satisfactoriamente.
Es más, son novelas con ritmos narrativos muy distintos: muy rápidas las primeras y más pausada la segunda, pero ambas funcionan igual de bien gracias al interés que despiertan sus protagonistas.
Narración
El estilo narrativo también da mucho juego para ser original.
El ejemplo más claro que me viene a la cabeza es el novelón Soledad, de Carlos Bassas Del Rey.
En esta reseña me explayo un poco más acerca del tema, así que te recomiendo que le eches un vistazo.
Conclusión
En resumen: diría que la novela policiaca es un género lo bastante atractivo por sí mismo como para no requerir de grandes innovaciones y aun así seguir siendo interesante.
Así que preveo que seguiré buceando en este género durante bastante tiempo 🙂
¿Crees que es necesario algún tipo de innovación en la novela policiaca? ¿Lees muchas novelas de este género o estás ya harto/a de él? Anímate a compartir tu opinión en los comentarios.
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